martes, 25 de diciembre de 2012

María. Romanticismo en estado puro.

Jorge Isaacs.

Publicada en Bogotá en 1867, fue la novela que consagró a Jorge Isaacs. Nacido en Cali, Colombia, el 1 de abril de 1837, hijo de un comerciante inglés nacido en Jamaica.

Procediendo de ascendencia judía por parte de su padre y de lherencia española por parte de su madre y habiendo abandonado el Valle del Cauca para cursar estudios en Bogotá de medicina, no es extraño que se le achaque un cierto autobiografismo en su novela.

Localizada en un lugar geográfico determinado, encontramos varios espacios y paisajes distintos. El llano, el río, la selva y las montañas. Exaltación de la naturaleza, basada probablemente en la experiencia directa del autor con el mundo rural "Cuando salí al corredor que conducía a mi cuarto, un cierzo impetuoso columpiaba los sauces del patio; y al acercarme al huerto, lo oí rasgarse en los sotos de naranjos, de donde se lanzaban las aves asustadas. Relámpagos débiles, semejantes al reflejo instantáneo de un broquel herido por el resplandor de una hoguera, parecían querer iluminar el fondo tenebroso del valle". Crea un clima romántico, junto con otros elementos como la melancolía, el amor apasionado, el sentimentalismo, la pureza... aparecen temas tan importantes como el amor puro, la muerte, la esclavitud... Aunque no hay duda de que es una obra cumbre del romanticismo, no obstante se podría considerar que abusa de tópicos tales como la idealización de María, la protagonista femenina, que aparece como "ángel del hogar", caracterizada positivamente con "voz dulce, mejillas rosas, dientes simétricos, labios rojos"... Así como la armónica convivencia de las diferentes clases sociales, en un tiempo en que no estaba abolida la esclavitud, convirtiéndose en una "Arcadia feliz", donde Efraín, el protagonista masculino y socioeconómicamente arriba en la escala social, siente admiración o ternura por alguno de sus esclavos o criados. Esto choca frontalmente con las novelas antiesclavistas de la primera mitad del siglo XIX, como Sab (1841) de Gertrudis Gómez de Avellaneda; Francisco, de Anselmo Suárez y Romero y Cecilia Valdés (1929), de Cirilo Villaverde.

Autores como Donald McGrady basan su influencia en la novela de Saint-Pierre, Pablo y Virginia (1787), en la equivalencia de ciertos elementos como el retrato de las protagonistas femeninas (María-Virginia) y la enfermedad y desesperación de los protagonistas masculinos (Pedro-Efraín).

Narrada en primera persona por Efraín, que se convierte en observador y testigo, desde el presente, rememora acontecimientos pasados, lo que puede llevar a confusiones espacio-temporales o contradicciones cronológicas, achacables quizá a descuido de Isaacs o a que se trata del recuero de Efraín y pueden dar lugar a divagaciones e imprecisiones. Ralentización, deteniéndose en detalles o descripciones innecesarias "...las rosas de la ventana temblaban como si se temiesen abandonadas a los rigores del tempestuoso viento: el florero contenía ya marchitos  y desmayados los lirios que en la mañana había colocado en él María...", así como numerosas anticipaciones que nos irán anunciando el fatal desenlace y a una subjetivización de lo contado.

A pesar del sentimentalismo exacerbado, que nos puede desviar del verdadero tono de la novela, María, titulada así aunque el verdadero protagonista sea Efraín, porque él escribe a causa de ella, nos transporta a un mundo lleno de ternura y amor que hace que merezca la pena ser leída.

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